El "jogo bonito", parece que lo pone España. Un corner. Una falta. Un penalti. Una exquisitez de Puyol.
Ahora le toca el turno a los burdeles berlineses, con chicas doblando su jornada laboral, con esperas de hasta dos horas, a las caravanas alquiladas cerca de los estadios, o a las más de 40.000 señoritas traídas por la mafia internacional para "cubrir las necesidades" del mundial. Delirante. Y legal, como cualquier otro servicio público.
Viva la fraternidad entre aficiones y el folclore bávaro. Pofre Iglesia Evangélica de Alemania.
¿Es este un buen ejemplo de win-win situation o de ampliación de pastel?
Unos ganan, y otras también.
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